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  • Foto del escritorHéctor Barrero

Ralph Gibson, y su perfección armónica.

Durante más de 40 años, Ralph Gibson ha estado tomando el tipo de fotografías que no puedes quitarte de la cabeza. Su definitiva cualidad tiene que ver con su infalible sentido de la composición. Básicamente no le interesa hacer fotografías abstractas, sino “fotografiar lo abstracto de las cosas”. Esa fascinación constante por los valores formales ha producido imágenes que tienen un asombroso poder de permanencia en mi mente.

Cuando Ralph Gibson se aventuró por primera vez en la fotografía, fue como asistente. Continuó en este papel tanto para Dorothea Lange como para Robert Frank mientras desarrollaba su propio ojo agudo. Cuando se trata de no estar detrás de la cámara al comienzo de su carrera fotográfica, tal vez Gibson demuestre que el espectador ve más del juego, o al menos está al tanto de los ángulos que el centro de atención elude.


Su trabajo siempre ha consistido en fragmentar el marco habitual y centrarse en las narrativas contenidas en detalles menores. Como él mismo ha dicho sobre su enfoque, “abrazo lo abstracto en la fotografía y existo en unos pocos fragmentos de orden extraídos del caos de la realidad”. Esta noción de orden es algo profundo en su obra. Los sujetos a menudo parecen estar en movimiento, pero en el acto de abstracción, parece representar una viñeta.

Los resultados resultan muy evocadores. Como explica el propio Gibson, “Aunque esté fijada en el tiempo, una fotografía evoca tanto sentimiento como lo que proviene de la música o la danza. Cualquiera que sea el modo, desde la instantánea hasta el momento decisivo y el montaje multimedia, la intención y el propósito de la fotografía es representar en términos visuales sentimientos y experiencias que a menudo eluden la capacidad de describir con palabras. En cualquier caso, los ojos lo tienen, y la imaginación siempre volará más allá de lo esperado”.











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