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Foto del escritorHéctor Barrero

George Hoyningen-Huene

Siempre me han atraído las grandes historias. Hoyningen-Huene no sólo fue un fotógrafo fantástico, sino que la historia de su vida es increíble. Creció en la Rusia zarista, huyó de los bolcheviques en 1917 y terminó en París, donde estableció una exitosa carrera, primero como ilustrador y luego como fotógrafo. Era amigo de Man Ray, Jean Cocteau, Christian Bérard y Pavel Tchelitchew, por nombrar sólo algunos, y estuvo en el corazón de la escena parisina de finales de los años veinte y treinta. Posteriormente trabajó como profesor en el Art School Center de Los Ángeles y emprendió una segunda carrera, como coordinador de color para George Cukor en Hollywood. Era una persona muy compleja y los entresijos de su vida nunca dejaron de sorprenderme.



En sus fotografías, Hoyningen-Huene solía utilizar columnas, jarrones y esculturas clásicas, pero no se trataba simplemente de incursionar en la Antigua Grecia en busca de accesorios. Mucho más importante fue su profundo conocimiento de la escultura clásica, combinando naturalismo, idealización y equilibrio en las poses de los modelos, además de transmitir una sensación de calma interior. Esto, combinado con los desafíos técnicos, requirió mucho tiempo. Para no cansar a las modelos, utilizaba suplentes hasta que todo quedaba arreglado a la perfección. A veces hacía ampliaciones de sus propias fotografías para usarlas como telón de fondo, siendo el primer fotógrafo en hacerlo, un método empleado más tarde por Erwin Blumenfeld y Cecil Beaton, entre otros.










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