Originario de Bielorrusia, el fotógrafo Aleksandr Babarikin vive ahora en Nueva York. Mientras trabajaba como ingeniero, fue en abril de 2020 cuando compró su primera cámara. Como le gusta decir, no hay ninguna razón racional por la que se dedicó a la fotografía excepto que ya le gustaba fotografiar con su teléfono y quería expresarse de otra manera.
"Describiría mi fotografía como una impresión: una idea, sentimiento u opinión sobre algo o alguien, especialmente una formada sin pensamiento consciente o sobre la base de poca evidencia. Por un lado, algo del pasado, como una época pasada con un toque de nostalgia, por otro, algo más fantástico y futurista, como ciudades distópicas. Se ha dicho que lo que hay dentro sale afuera, por lo que podría ser simplemente una gran pieza de autorreflexión y la fotografía como medio para expresar eso."
Inspirándose en el impresionismo, Aleksandr Babarikin incorpora color, luz y textura en sus imágenes para evocar atmósferas particulares. Degas y Manet tuvieron un impacto real en su enfoque artístico de la fotografía. Por su parte, fotógrafos de renombre como Ernst Haas, Saul Leiter y Jack Davison le ayudaron a entender la fotografía como una forma de arte.
Sus imágenes nebulosas son irresistiblemente oníricas y permiten a los espectadores sumergirse en ellas y hacer sus propias interpretaciones e imaginar su propio universo. Todo está borroso y confuso, el resultado es aún más poético. Alexander tiene gusto por la paradoja y la abstracción. Su estética matizada es particular, lo que le permite ver las cosas tal como se le aparecen. Se ocupa de lo vago, lo inestable y lo esquivo para cuestionar mejor nuestra relación con los demás y con lo que nos rodea.
"Me inspiro principalmente en la pintura, en particular en el impresionismo francés, de vez en cuando recurro a ella en busca de ideas de color/luz/textura para composiciones."
Si su trabajo es generalmente intuitivo y espontáneo, también puede esperar horas para lograr lo inesperado y capturar momentos sinceros y evocadores.
